Al escuchar la palabra robots se vienen a la mente muchos pensamientos de ciencia ficción tipo la serie televisiva tan famosa “Perdidos en el Espacio” en la cual B9 gritaba “peligro, peligro” y dejaba boquiabiertos a los telespectadores al final de los años 60.
Hoy, ni el mismo actor Guy Williams, intérprete del profesor John Robinson o Jonathan Harris, quien encarnaba al peculiar doctor Zachary Smith, se imaginaría que la robotica colaborativa es una realidad y que se usa en muchas industrias para diversos fines.
¿Qué es la robótica colaborativa?
Desde el sector automotor hasta las pizzerías usan robots para sus labores habituales. El mundo presenta una tecnología que hace posible ejecutar procesos repetitivos en todo tipo de industrias. Esto ocurre sobre todo cuando son poco ergonómicos o pueden resultar peligrosos o de riesgos para las personas.
Se sustituye al operario para que sea la máquina inteligente la que haga el trabajo sin poner en riesgo la integridad física de las personas. Además, elimina la necesidad de invertir ingentes cantidades de dinero en sistemas de seguridad.
¿Por qué invertir en cobots?
En julio del año 2021 una pizzería de París sorprendió hasta a los mismos napolitanos creadores de este universal plato con un robot que puede hacer una pizza en tan solo 45 segundos. Por lo que en una hora completa 80 pedidos con la cantidad exacta de queso, salsas y otros ingredientes.
Este es solo un ejemplo de cómo la robótica es, de hecho, colaborativa. Pero, ejemplos hay muchos en el campo de la cotidianidad. En la actualidad, los robots y cobots (robots colaborativos) están al servicio de los mercados de alimentación y agrícola, automoción y subcontratistas, metal, mecanizado y metalurgia, electrónica y tecnología, mobiliario, plásticos y polímeros y equipamiento, farmacéutica y química y científica e investigación. Estas son las ventajas de usarlos:
1.- Son fáciles de programar
Gracias a que sus fabricantes han hecho bien su tarea, cualquier persona en su industria determinada es capaz de programar un robot para que realice la labor encomendada o requerida.
Esto es así porque viene de fábrica con software amigables y sencillos de leer por el usuario promedio. También resultan fáciles de ser comandados por cualquier operario en el ámbito de sus funciones.
2.- Rápida instalación
El proceso de instalación de un cobot puede terminarse en unos pocos días, es decir, muy rápidamente en comparación con otros sistemas de producción. Si se combina con una programación sencilla, posible gracias a un software intuitivo y fácil de usar, un robot colaborativo puede completar su primera tarea (como muy tarde) una hora después de habérsele encomendado.
Además, como las soluciones de robótica colaborativa no requieren ninguna infraestructura eléctrica particular, pueden conectarse a cualquier toma de corriente.
3.- Uno para cada necesidad
Los cobots son capaces de realizar múltiples actividades. Un robot colaborativo es adaptable y se puede programar fácilmente para realizar nuevas tareas.
Esto quiere decir que durante una semana laboral de 40 horas, un sistema robótico colaborativo podría cumplir el mismo objetivo cada día, además de llevar a cabo una nueva actividad adicional requerida.
Además, un cobot es esencialmente un brazo autónomo que puede equiparse con cualquier número de herramientas necesarias para desempeñar sus responsabilidades. Los sistemas «plug and play» permiten añadir al brazo la mayoría de las funciones adicionales. Únicamente basta con conectarlos y los procesos de configuración se encargan del resto.
Para cambiar de una pieza a otra, no se necesitan nuevos cables, adaptadores ni complicados procesos mecánicos de montaje y desmontaje. Esta facilidad de integración de nuevas funciones mejora la usabilidad general del robot.
4.- “Amigos” de los trabajadores
Los cobots están pensados para ayudar a los humanos y no para sustituirlos. Por eso, estos están centrados en las personas, ya que ayudan a los operarios a racionalizar y mejorar el trabajo que deben hacer.
Los empleados pueden centrarse en otras tareas y dejar que el robot colaborativo se encargue de tareas sucias, aburridas, peligrosas o repetitivas que lleven a un humano a perder la concentración y poner en riesgo su salud.