En la actualidad,contamos con muchas alternativas de suelos a las que podemos acceder fácilmente en función de nuestros gustos, estilo de decoración, prestaciones y, por supuesto, presupuesto. De hecho, hay tanta variedad que puede resultar un poco complicado escoger la opción más adecuada.
Es por ello que, en este caso, vamos a compartir contigo dos tipos que son, hoy en día, sumamente populares por practicidad, estética y precio. Pero, ¿cuál es el más adecuado? La realidad es que cada opción tiene sus ventajas, por lo que conviene echarle un vistazo a ambos para escoger el que mejor se adapte a nuestros requerimientos.
Tarima flotante: una variante del parquet
El parquet es uno de los tipos de suelos más comunes, elegantes y bonitos que se pueden tener. Sin embargo, es un hecho que requiere de un cuidado un poco más minucioso y, adicionalmente, es un poco más costoso. Sin embargo, una variante sumamente interesante a la que podemos recurrir es a la tarima flotante.
Este material, a diferencia del parquet, no se fija al suelo, de ahí su nombre. Es importante destacar que la tarima flotante es de madera, aunque actualmente otros tipos de suelos también son colocados bajo esta técnica.
En lo que respecta a sus características, esta puede ser de madera maciza o bien de láminas y gracias a sus características es una alternativa compatible para el uso de suelos radiantes. Por otro lado, el proceso de instalación es muy sencillo y no requiere quitar el suelo anterior.
Suelo laminado: una solución práctica y más económica
En la escala de valores o precios, el suelo laminado está por debajo de la tarima flotante, pero esto no significa que se trate de una opción de mala calidad. Y es que, incluso el modo de instalación es sumamente similar, lo que hace que en muchas ocasiones estos dos tipos de suelos sean confundidos.
La realidad es que el suelo laminado es aquel que está hecho por capas de diferentes materiales y, a diferencia de la tarima y, por supuesto, del parquet, prácticamente no tiene ningún componente de madera. Casi siempre tiene cuatro capas de materiales, siendo la más superficial una capa transparente que se coloca para que el suelo resista el desgaste del día a día.
En general, los suelos laminados se destacan por ser altamente resistentes a la abrasión, por ser sumamente resistente a las manchas y a la decoloración que se genera por la luz natural. De ahí que se trate, al igual que la tarima, de una buena opción en función de la relación calidad precio.
Ventajas y diferencias
Sin lugar a dudas, estos dos tipos de suelos son una fantástica opción a la cual podemos optar para nuestro hogar, oficina o negocio. Teniendo eso en consideración, también conviene conocer cuáles son las principales ventajas de cada tipo de suelo y sus diferencias más significativas.
Comenzando con las diferencias, la más importante es que la tarima flotante está hecha de madera mientras que el suelo laminado suele estar hecho con materiales sintéticos y en caso de tener algo de madera, la proporción es sumamente baja.
Por otro lado, la tarima suele ser considerada un suelo mucho más atractivo a nivel estético y, con un buen mantenimiento, se puede mantener en perfectas condiciones durante muchos años. Sin embargo, el precio también es un poco más elevado que el de los suelos laminados.
En lo que respecta a los suelos laminados, estos no solo son mucho más resistentes, sino que además también suelen ser ignífugos y resistentes a la humedad. Estas últimas características no son tan comunes en el caso de la tarima.
En lo que respecta al mantenimiento, en ninguno de los dos casos requiere una dedicación considerable, como sí ocurre con el parquet. Basta con limpiar los suelos con poca agua y un detergente neutro para mantenerlos en perfectas condiciones. Si se desea mejorar el cuidado, siempre se puede recurrir a productos especialmente diseñados para los mismos, los cuales se consiguen fácilmente en los supermercados y tiendas especializadas.
¿Cómo elegir el más adecuado? Cada suelo tiene sus ventajas y desventajas, por lo que la elección no solo dependerá de tu presupuesto, sino también de tus gustos y requerimientos específicos. Por ejemplo, el suelo laminado es ideal para la cocina porque es sumamente resistente y no requiere casi ningún tipo de mantenimiento, mientras que si buscas un estilo un poco más elegante, pero al mismo tiempo práctico, la tarima flotante es ideal.
¿Lo más recomendable? Buscar asesoría en tiendas especializadas como Bricork, ya que no solo cuentan con ambos tipos de suelos, sino que además cuentan con personal altamente cualificado para ayudarnos a tomar la mejor decisión.